viernes, 27 de diciembre de 2013

Tal vez es que he pensado demasiado, y que cuando pienso mucho mi cabeza se cansa y entro en un estado de ánimo extremista, en el que desgraciadamente odio todo, o por lo contrario lo adoro. Aún no he logrado descifrar cual es real. He estado pensando en las cosas que me gustan de la vida, y he llegado a la conclusión de que soy rara. No me gusta el amor, ni las caricias, ni las flores ni las ñoñadas absurdas. Me gusta escribir en el vaho del espejo, me gusta mirar mis pies cuando atraviesan una montaña de hojas secas, tocar el arena caliente, los hoyuelos de la gente, me gusta las vibraciones que siente mi cuerpo cuando la música está alta, cuando está tan alta que no puedo escuchar lo que pienso, me gusta mojar los pies en agua caliente y después en fría, las manchas de café y las cosas que transmiten recuerdos. Me gusta hacer dibujos con el azúcar y oler a té. He decidido arrugar los papeles para que parezcan usados, como si una vida hubiese pasado por ellos, me gusta que las cosas estén usadas. Tal vez es que soy demasiado simple, que me gustan las cosas más corrientes por eso me siento tan débil, tan simple, tan oscura.
Sigo esperando esa llegada, más dolorosa que la partida. Pero el dolor a veces alivia. Algo que se pudre puede evitar que se marchite algo más importante, y a qué nos referimos con más importante ¿Al corazón? ¿Al estúpido órgano que se congela cuando algo va mal? ¿Que se acelera para avisarme de que estoy sintiendo? Supongo que cuando se ama, esa persona es tu corazón, pues está intermináblemente protegido. Sé que mis huesos no son muy fuertes, pero es lo único que tengo para protegerte, suponiendo que tú seas mi corazón, dispuesta a romperme todas las costillas y sentir ese dolor aliviador que te protege de la destrucción. Lo daré todo por ti, cada músculo, cada célula y cada hueso que te rodea, porque sé que en mis manos todo es un absoluto desastre, pero si pongo todo mi esfuerzo en destruir todo lo que no te pertenece, tan vez salgamos a flote. No creas que te amo sólo te protejo por puro egoísmo, pues si tú caes, yo haré todo lo posible por caer.
Seguía siendo la misma, la misma chica, con el pelo largo, las uñas pintadas de color negro descascarilladas de tanto morderlas, seguía siendo nerviosa e inquieta, seguía hablando cuando no tenía que hablar y callando nunca. Pero en cambio no me sentía la misma, me sentía como si me hubiera tragado cientos de flores y en la ausencia de ellas en la naturaleza, todas las mariposas hubieran entrado en mi estómago y estuvieran bailando al son de la música de mi cabeza. Supongo que las flores habían llegado a través de sus labios y que los temblores de mi piel habían llegado a través de sus manos pasadas por mis mejillas. Científicamente, soy la misma, pues no hay un cambio visible en mi cuerpo, si no nombramos mi estúpida sonrisa y mis mejillas enrojecidas. No le encuentro ninguna explicación a que salga el vaho del frío de mi boca, y en cambio mi corazón parece que va a quemar todos mis órganos no trastocados. Definitivamente, el mundo se ha vuelto loco.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Supongo que llegué a este mundo llorando,  porque habría escuchado rumores de lo doloroso que es vivir, tal vez en el sitio en el que estaba se reían de nosotros, de las bases de la tierra, de lo tontos que somos porque aún no sabemos nuestro comienzo, no tenemos conocimiento alguno de lo que somos en realidad. Tal vez, en el lugar donde estaba antes de nacer sepan la respuestas a todas nuestras preguntas que no podemos contestar, tal vez sepan el secreto para no destruirnos los nos a los otros. La cuestión es que somos sumamente ignorantes. El ser humano es egoísta, somos avariciosos. Tal vez las personas que ayudan a causas perdidas, donan dinero a los necesitados o compran comida a los mendigos se sientan generosos y nada egoístas, pues están totalmente equivocados. Actúan de ese modo por el ansia del buen sentimiento que produce ayudar a otros, sentimiento para ti, un sentimiento que supera el valor económico, a si que no se crean bondadosos porque esa palabra no debería existir. Tal vez me digan, que hay personas que sufren para que otras estén bien, estoy totalmente de acuerdo, pero nunca han pensado que el sentimiento de recompensa supera al dolor anterior. La verdad yo no me siento generosa, ni buena. Ayudo a mis amigos a superar sus problemas, vale, pero no es más que otro sentimiento egoísta, les ayudo por que si ellos están mal siento un gran dolor, unido a la empatía que me produce mal estar, si ellos sufren, yo sufriré al verlos sufrir. Ayudarlos a superar sus problemas no es mas que un deseo por sentirme contagiada de su felicidad.
Somos destructivos, tanto que cuando no somos capaces de destruir a nadie nos destruimos a nosotros
mismos.